Daikichi: Restaurante japo con descuento

Hace un par de semanas estuve en un japo que es digno de tener una entrada en este blog. Se trata del Daikichi (www.daikichi.es), en la Calle de la Reina número 31. Si subes desde Callao por la Gran Vía es pasando el edificio de Telefónica en una de las calles a la izquierda (info de Google Maps aquí).

Aunque los dueños y todos los empleados son japoneses, el restaurante no es un japo estricto, sino que también hay platos de la cocina china, cosa que está bastante bien ya que ir en grupo a un japonés puede suponer un handicap porque no a todo el mundo le entusiasma el pescado crudo.

La historia de por qué hay platos chinos en un restaurante japo de dueños japos es muy curiosa. Al parecer, cuando vino el dueño a España hace un cojón de años, era el boom de la comida china, siendo la japonesa totalmente desconocida. Así que, en lugar de fundar un restaurante japo, creó un restaurante chino de palo. Ahora la tortilla ha cambiado y su dueño, Aki Yoshida, ve como muchos restaurantes japos de la capital están regentados por chinos.

El sitio es bastante elegante y bonito. Las mesas para cuatro son redondas y amplias, asi que no hay problemas de espacio una vez te traigan los platos. En la entrada del restaurante tienen colgados esos típicos "trapos" (no se como coño se llaman) de los bares japos, esos que para entrar tienes que apartarlos con la mano y para salir no los tienes que tocar.

Una vez sentado en la mesa (por cierto, se puede reservar por teléfono) puedes echar un vistazo a la amplia carta de platos japoneses, chinos y hasta coreanos. Yo de entrante me pedí unos pinchitos de pollo llamados yakitoris, a los que les puedes echar por encima una especia bastante picante pero que está muy buena. Y de segundo me pedí mi bol de arroz y un plato de sashimi de atún (atún crudo y nada más). Hay que decir que la ración era escasa para el precio que tenía, pero la calidad era excelente y te ponían distintas partes del atún: había dos trozos claros, dos un poco más oscuros y otros dos oscuros. Vamos, que el restaurante era caro, pero (y aquí viene lo mejor) los domingos hacen un 30% de descuento sobre la factura total, cosa que alivia un poco y no lo hace tan prohibitivo.

Ah, y por fin pude probar el famoso té de cebada. Me pedí una jarra de un litro (pagar por la de medio no merecía la pena ya que costaba solo unos céntimos menos, qué cabrones). Qué decepción, estaba asquerosa. Se me vino un mito abajo, yo que creía que iba a estar bueno y parecía meado con hielo. El sabor de ese fluido japonés traspasaba la frontera de lo amargo para adentrarse en un sabor indeterminado que te hacía sentir incómodo. Era muy extraño. Y lo peor es que aún me quedaba por beberme un litro entero.

En definitiva, es un sitio con buena comida, buen ambiente y auténtico. Es decir, caro. Y ese es su mayor handicap, el precio. No obstante, ya he dicho que los domingos es más barato, asi que nadie debería dejar de visitarlo. Ideal para ocasiones especiales. Mi nota final: 3,5 jamas sonrientes sobre 5.