jueves, 5 de febrero de 2009

Los últimos terrores armamentísticos de la Alemania Nazi. Parte I

Un aspecto muy sorprendente de la Segunda Guerra Mundial es ver la gran diferencia tecnológica que hay entre el armanento utilizado al principio y al final de la guerra, un lapso de tiempo de tan solo 6 años. Y de este aspecto, aunque centrado en los últimos avances alemanes, va a versar el post de hoy.

Antes de acabar la guerra en el Frente Europeo, entre los años 1944 y 1945, Alemania se encontraba en una situación más que desesperada: se dirigía a la derrota en caída libre, sin iniciativa desde hace tiempo, con graves problemas de suminsitros, rodeada por todos los flancos y defendiendo prácticamente su propio suelo.

Pero es justo en estos últimos años del Reich cuando afloraron las armas y vehículos de combate más terroríficos hasta la fecha, muy superiores en algunos casos al equipamiento aliado, y que si se hubieran inventado unos años antes otro gallo podría haber cantado. Afortunadamente llegaron demasiado tarde como para poder haber tenido una producción en masa que contrarrestase la superioridad táctica y numérica de los Aliados.

Empezamos por lo más básico, el primer fusil de asalto automático de la historia como hoy lo conocemos: el Sturmgewehr 44 (literalmente Fusil de Asalto Modelo 44, y huelga decir que 44 es el año de fabricación).


El Sgt44 era como una navaja suiza; combinaba por primera vez, y de una forma eficaz y equilibrada, la cadencia de disparo de una subametralladora en caso de combate a corto alcanze y la precisión, el calibre y la longitud de cañón de una carabina, con el añadido del disparo automático o semiautomático. Para ponerle la guinda, disponía de un cargador con capacidad de 30 balas. Por contra, sus 5,42 Kg la hacían un poco pesada; pero aún así era mucho más ligera que los excesivos 8 Kg de la betusta BAR 1917 americana (además de que esta última tenía una capacidad estandar de 20 balas por cargador y una cadencia de tiro algo mayor), por no hablar de los modelos de montar MG42 o M35 americana. Lamentablemente para los nazis, ya les quedaba poco por defender y su producción no cambió el rumbo de la guerra como es lógico.

Por si a alguien le resulta familiar el diseño, hay que decir que el famoso AK47 o Kalashnikov es una versión mejorada de este modelo. Y cuando se dice "mejorada" en asuntos de armas, se quiere decir "con una producción más sencilla". Se ve que los rusos no perdieron el tiempo en Berlín.


Y ahora vamos con un tanque, se trata de la sexta generación y media de carros de combate Panzer llamado Tiger II o Königstiger. Llamado también Royal Tiger por los británicos y King Tiger por los americanos. El King Tiger fue diseñado en 1943 con un objetivo principal muy claro: ser insuperable.


Desde el incio de la guerra, los tanques alemanes siempre estaban bastante a la par con los de otras potencias occidentales, aunque contaban a su favor que eran los más equilibrados en cuanto a movilidad, blindaje y potencia de fuego.

El Panzer VI Tiger I fue su predecesor, el buque insignia de la Werhmacht mecanizada, encargado de defender europa y de conquistar la madre Rusia. Sus 58 toneladas de peso superaban a cualquier tanque aliado y podía moverse a una ligereza de 40 km/h con su motor Maybach de 700cv. No obstante, el Tiger I terminó por ser incapaz de absorver la superioridad numérica del enemigo y fue humillado por la versión mejorada del T-34 durante el asalto fallido a Moscú.

Con el nuevo T-34 circulando, el Alto Mando alemán precisó de un nuevo tanque capaz de hacerle frente que, además, fuese lo suficientemente duro como para poder luchar en la desventaja de la inferioridad numérica frente a los rusos. Tras estudiar el modelo t-34 soviético, la respuesta de los ingenieros alemanes fue el Tiger II. Sus 68 toneladas de peso lo convertían en el más pesado de la guerra, pesaba más que dos M4 Sherman americanos o dos T-34 soviéticos y 20 toneladas más que el actual Leopard.

Su elevada masa se debía a su fortísimo blindaje, que era capaz de hacer rebotar los proyectiles que le lanzaban para desesperación de las tripulaciones yankees de Shermans. Su longitud era de casi 8 metros, dos más que el anterior Tiger I y, además, llevaba un potente cañón de 8,8 centímetros, el mismo calibre que los temidos cañones antitanque Flak 88. Todo esto movido con otro motor Maybach V12 a casi la misma velocidad que el Tiger I: 38Km/h.

Pero otra vez era demasiado tarde como para ganar la guerra y sólo se pudieron construir unos 400 tanques de este modelo. Además, los mecánicos alemanes obviaron el sencillo diseño y fácil reparación y construcción de los T-34 y el Tiger II resultó ser un modelo muy complejo de fabricar y practicamente imposible de reparar en combate.

Como curiosidad, todos los modelos de Tiger II llevaban en la torreta dibujado su número de serie, que empezó en el #1. Algunos de estos tanques están expuestos en diversos museos, como el #002 capturado en Ogledow y expuesto en el Museo Nacional del Tanque de Kubinka, o este #213 que se encuentra en el museo La Gleize en Bélgica y que fue abandonado durante la Batalla de las Ardenas.


Y en la próxima entrega, veremos el aire alemán.

(Parte 2: El aire)

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